Los fotones son partículas de luz que absorbe, almacena o emite el organismo. Generalmente los fotones nos llegan del sol, pero también nuestras células producen por sí mismas biofotones que participan en la coordinación de su funcionamiento, según explica el biofísico Fritz Albert Popp, pionero de la investigación en biofotónica (siguiendo la línea trabajada por el biofísico australiano Terence Ivan Quickenden) y candidato al premio Nobel.

El concepto de biofotón tiene unas implicaciones importantes en la definición de la vida, puesto que la emanación de luz coherente ultradébil celular es esencial para el buen funcionamiento fisiológico. Esto también explica por qué los campos electromagnéticos de muy baja intensidad influyen en determinados procesos vitales, ya que los organismos vivos se comportan como amplificadores de los campos electromagnéticos.

Actualmente el biofísico Fritz-Albert Popp es un referente en la investigación de los biofotones, y señala que éstos son cruciales para acometer las enfermedades, al transmitir la información necesaria para que se desarrollen todos los procesos químicos y físicos que sostienen la salud. Un estudio realizado por los científicos rusos S. Stschurin, V.P. Kasnaschejew y L. Michailowa, con más de 5.000 experimentos, confirma que las células vivas pueden transmitir información por medio de biofotones. La intensidad de la emisión es muy sensible a las situaciones de estrés físico o psicológico, reflejando el estado de vitalidad del organismo. De aquí se desprende que una aportación desde fuera, con luz láser, puede tener efectos positivos. Si se utiliza luz ultravioleta para destruir el 99 por ciento de una célula, también se puede reparar casi en su totalidad la reparación del daño únicamente iluminando la celda con la misma longitud de onda, con una intensidad mucho más débil.

Únicamente una parte pequeña de los fotones que se detectan en el organismo proceden del Sol, estimulando las células y regulando tanto la producción de hormonas como de neurotransmisores. Hay que tener en cuenta que la radiación solar produce efectos antiinflamatorios, analgésicos y moduladores. La piel absorbe entre el 25-30% de los fotones solares, distribuyéndolo en el tejido de forma no localizada.

Mediante la terapia de fotones, éstos se dirigen a los lugares adecuados con tecnologías que aplican luz coherente a determinadas áreas de la piel con una finalidad curativa. Estas áreas deben corresponderse con los órganos esenciales para el funcionamiento del organismo o los meridianos de la Medicina Tradicional China (MTC).

Según refleja el estudio de Fritz Albert Popp, junto a los doctores de la Universidad de Jinan (China) Xiuxiu Wang y Jinzhao Huang, la estimulación de los acupuntos (a través de la inserción de agujas de acupuntura o el tratamiento con moxas) aumenta la emisión de biofotones a lo largo de los meridianos. La terapia se administra con un cabezal emisor de luz infrarroja que proyecta los fotones en puntos concretos, como los acupuntos o zonas sensibles, como las muñecas, el plexo solar, el timo, la glándula tiroides o las glándulas suprarrenales. Además, es un procedimiento seguro.

Para mantener la salud y la vitalidad, según afirma el doctor Heinrich Mammes (profesor de la Universidad de Münster –Alemania—), la luz solar es beneficiosa pero cuando la persona tiene un problema es necesario un tratamiento localizado con biofotones. Entre las indicaciones más frecuentes están el dolor, la fibromialgia, la sensación de falta de energía, alteraciones en el sistema nervioso, problemas respiratorios e inflamatorios…

Cuatro son los trastornos principales que presentan una mejoría con la terapia de fotones:

1) “Burn out”: Cuando el paciente presenta desequilibrios debido al estrés agudo. El “burn out” se caracteriza por el cansancio extremo físico, emocional e intelectual, vinculado habitualmente al exceso de trabajo y la falta de descanso.

2) Síntomas de estrés: El estrés sostenido es provocado por situaciones como las migrañas, las defensas bajas, la irritabilidad o el desánimo. En estos casos, la terapia de fotones permite aumentar la resistencia y la capacidad de adaptación del organismo a situaciones de una gran exigencia.

3) Acúfenos: Son zumbidos que pueden resultar muy molestos sin que haya un tratamiento eficaz convencional, y es donde aparece la terapia de fotones. En estos casos se trata la energía del riñón.

4) Psicosomáticas: En este caso se hace referencia a las enfermedades que afectan al sistema psicovegetativo, como la depresión, las alteraciones del sueño o los trastornos de la conducta y del aprendizaje en los niños.

Los biofotones también se pueden obtener de las frutas, verduras y tubérculos. Los alimentos, aparte de aportarle al cuerpo calorías, proteínas, vitaminas y/o minerales, también transfieren luz solar al organismo. Esta luz aporta una coherencia física, un orden y una capacidad organizativa que es esencial para todos los seres vivos. Cuando un alimento es capaz de almacenar más luz, más propiedades nutritivas posee.

Según explica Fritz-Albert Popp, se puede distinguir la emisión de biofotones de los vegetales frescos, cultivados con métodos ecológicos y libres de residuos nocivos. Por ejemplo, los vegetales ecológicos crudos o rallados, aportan la mayor cantidad de biofotones coherentes al organismo. El científico recomienda comer cada día una ensalada con vegetales de color blanco, como manzana y nabo rallado, además de masticarlos muy bien.

Los estudios científicos de Fritz-Albert Popp ponen en evidencia que la luz emitida por el cuerpo humano puede jugar un factor decisivo en el desarrollo de enfermedades y mantener la salud. Este investigador recomienda combinar la terapia de fotones con la acupuntura, la cromoterapia y la alimentación natural.

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